Estaba acostumbrada al atraso.
La Perdedora está demasiado acostumbrada al atraso, más de lo que debería tal vez.
Y a perder de todo también.
La Perdedora perdía de todo, desde un familiar querido, hasta un desconocido que nunca llegó a conocer bien (lo perdió en el intento) pasando por celulares, invitaciones, libros y todo lo que una Perdedora podría perder.
Estaba acostumbrada al atraso, y ese día no cambiaría la regla.
Estaba acostumbra a perder, y ese día definitivamente no sería diferente.

Tarde salió a su almuerzo.
Tarde salió a su almuerzo porque no quería ponerle velocidad.
No quería porque no era lo que más deseaba hacer en el día.
La Perdedora salió tarde, y llegó tarde también.
La Perdedora por atrasada no encontró ni una delicia de almuerzo.
Por llegar tarde ya habían comenzado a “mangiare” y no le habían dejado nada.
Por suerte para la perdedora su teléfono sonó.
Por muchísimas más suerte para ella, ese telefonazo la salvó de una atascada tarde en los aposentos del almuerzo, donde no quedaba comida.
Ni comida ni tema de conversación.
Salvada.
Se paró, se arregló el pantalón y partió hacia su salvada.
La salvada que le proporcionó su salida.
Una salida que no era solo del almuerzo sin comida por su atraso en un lugar sin temas de conversación.
Una salida de esas de verdad.
La Perdedora y la Salvadora ejecutora de la llamada salieron.

Me da tres?
Tomen.
Un, Dos, Tres.
Los tiró al bolsillo del pantalón.
El pantalón de la Perdedora, el que se había arreglado al salir de aquel almuerzo sin comida (por atrasada) y sin tema de conversación.
Escondió a los Uno, Dos y Tres en el bolsillo izquierdo del pantalón. En el bolsillo izquierdo porque el derecho ya estaba roto, quebrado manoseado y hueco.

Micro, micro.
Misma micro para similares recorridos.
Micro,micro. Parada. Pasto.
Ya!
La Perdedora y la Salvadora sacan a Uno.

Viento, cuidado.

La perdedora perdió diminutos fragmentos de Uno.

Está bien. No importa.

Dos.

Viento viento!

Cuidado!
Uf!
Se salvó.

Un, dos… cof cof.
La Perdedora toció.
La Salvadora también.

Tres?
En el bolsillo.
En el bolsillo izquierdo del pantalón.
Del pantalón de la Perdedora.
Un, dos.. cof cof, tosieron de nuevo.

Teléfono.
No podría haber un mejor salvador que Salvadora.
No era un mejor salvador que Salvadora.

Corre!
Mi cara.
mal
La mia?
Mal igual.
Corre!

Knock kcnock.
Reto .
Súbete el pantalón!
La Perdedora no subió su pantalón,
El que tenía a Tres protegido en su bolsillo izquierdo.

Manye
Manye.
Hace hambre!
La perdedora no oculta el hambre.
No oculta su hambre.
Hambre que conlleva a sueño.
Sueño que está dispuesto a aniquilar.
Sube, Salvadora se va.
Probablemente a salvar a alguien más, o si misma.
Perdedora sube, Salvadora se fue.

Perdedora se deja su pantalón, a medio subir porque no lo hizo durante los retos.
Se deja su pantalón y su polera, y su otra polera y todo.
Se deja todo y se pone un chaleco.
Se deja todo, con todo lo que esto podría contener.

A veces le gustaría ponerse pijama, pero el pijama ya no estaba dentro de su visión, se había extraviado.

Perdedora había perdido su pijama.
Se quedó con todo puesto y se tiró a la cama más cómoda que podía encontrar.
La cama mas cómoda del lugar
Se lanzó con todo, y todo lo que esto podría contener, a la cama más cómoda sin percatarse de que Tres corría peligro.
Tres corría peligro y lo sabía.
En cada momento de su vida supo que Tres correría peligro si se lanzaba con él a la cama mas cómoda del lugar.
Lo sabía, pero no lo recordó.
Perdió ese dato en la lanzada.
Perdedora perdía de eso también, perdía pensamientos.
Perdedora también perdió la noción del tiempo y el control de sus parpados y se durmió.
Perdió noción y control y se durmió. En la cama más cómoda del lugar. Donde corría peligro Tres.
Despertó.
La despertaron y perdió el sueño.

Se fue de la cama más cómoda del lugar y partió a la menos cómoda del lugar.
La de la Perdedora.
Ya no tenía cama, la había perdido también.
No tenía cama, por lo que no estaba dispuesta a seguir aniquilando al sueño ahí, en la cama no-cama menos cómoda del lugar.
Como ya había perdido al sueño, se saco el chaleco.
Se saco la polera primera y la segunda también.
Se saco el pantalón.
Se saco todo con todo lo que podría contener.
Sin acordarse de Tres ni del peligro que pudo haber corrido.
Se saco todo con todo, consiguió un cigarro y se puso a fumar.
En el espacio donde se encontraba la cama menos cómoda del lugar.
La pieza de la Perdedora, sin cama.
Se fumó su cigarro, lo apagó y perdió la noción del tiempo.
Perdió la noción del tiempo y perdió la visión.
Perdió la noción del tiempo, perdió la visión, no tenía nada puesto en la cama menos cómoda del lugar porque había perdido su cama y había además perdido las ganas de seguir aniquilando el sueño.
Aniquilando el sueño en la cama menos cómoda del lugar.

Se paro, se puso el pantalón.
El pantalón de la noche anterior que debería tener a Tres en su bolsillo izquierdo.
Se puso el pantalón y partió nuevamente a la cama más cómoda del lugar.
Sin darse cuenta perdió las ganas de seguir despierta y volvió a dormirse.
En la cama más cómoda del lugar.
Perdió las ganas de aniquilar de nuevo.
Se despertó y se vio, sin la polera primera ni la segunda, sin chaleco. . . pero con pantalón.

El pantalón que debería tener a Tres en él y ella lo sabía.
Ella lo sabia pero al querer reencontrarse con él se dio cuenta de que no estaba.
Tres no estaba y era culpa de Perdedora.
Perdedora lo perdió aun sabiendo que Tres corría gran peligro y ella no lo evitó.
No lo evitó, porque se le olvidó.
Porque además también pierde pensamientos.

Buscó en la cama más cómoda del lugar.
En el lugar de la cama más cómoda.
En la cama menos cómoda del lugar y en su lugar también.

Perdedora había esperado con ansias su reencuentro con Tres, que se encontraba supuestamente en el bolsillo izquierdo del pantalón.
Perdedora supo que dentro de todo lo que había perdido, en ese momento, en ese preciso momento, la perdida de Tres era la más penosa.

Pero cuando te despiertas un viernes cualquiera a las 7 de la mañana con todas las ganas de reencontrarte con Tres desde el bolsillo izquierdo del pantalón, y te das cuenta de que ya no está, de que lo has perdido… eres la más penosa y perdedora también.

La más Perdedora había notado que esas pequeñas pero grandísimas pérdidas modifican tu día, o tu mañana por lo menos.
Y así fue como Tres se perdió por ser peligrosamente olvidado en el bolsillo izquierdo del pantalón por la Perdedora, que jamás se imaginó aquella mañana con la ausencia de Tres.


magnolia